
IMPORTANCIA DEL PROCESO DE NEGOCIACION Y DE LOS ACUERDOS DE PAZ
Después de una década de conflicto armado, se activaba realmente la dinámica
de la solución política negociada y aunque el enfrentamiento continuó con igual
e incluso mayor intensidad entre 1990 y 1991, las conversaciones de paz
auspiciadas por el Secretario General de la ONU y "el grupo de países
amigos" (México, Colombia, Venezuela y España) avanzaban gradualmente. En este
periodo se registran como hechos relevantes de la negociación: el Acuerdo de
Caracas (21 de mayo de 1990) sobre una agenda general y un calendario de
negociación; el Acuerdo de San José (26 de julio de 1990) sobre derechos
humanos, el cual incluyó el establecimiento de una misión de verificación de
las Naciones Unidas; la decisión del Secretario General de la ONU de establecer
antes de la cesación del fuego el componente de verificación de derechos
humanos de ONUSAL (marzo de 1991); el Acuerdo de México (27 de abril de 1991)
sobre reformas constitucionales relativas a las Fuerzas Armadas, el sistema
judicial, los derechos humanos y el sistema electoral; y el Acuerdo de Nueva
York (25 de septiembre de 1991) que establece una "negociación
comprimida" para los restantes temas, entre otros: seguridad pública,
económicos y sociales, reinserción de combatientes. Después de dos años de
intensa negociación, los Acuerdos definitivos fueron alcanzados en la sede de
la ONU en Nueva York a la media noche del 31 de diciembre de 1991. El histórico
Acuerdo de Paz que puso fin a la guerra civil en El Salvador fue firmado en el
Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México el 16 de enero de 1992. El
arduo y complejo camino de la negociación de los Acuerdos de Paz en El Salvador
es el resultado de una histórica lucha por la democracia emprendida por
diversas generaciones, la profundidad y la prolongación de la guerra civil, más
allá del contexto de guerra fría en que se desarrolló, es sobretodo la
expresión de las profundas contradicciones de una sociedad caracterizada por
abismales desigualdades sociales, la ausencia de espacios democráticos y el
autoritarismo. En este sentido, los Acuerdos de Paz en El Salvador, más allá de
sus limitaciones, constituyen la más importante reforma política desde la
Independencia Nacional (1821), los cuales sientan las bases para la
construcción de una sociedad democrática.
EL SALVADOR DESPUES DE LOS ACUERDOS DE PAZ
Los Acuerdos de Chapultepec, como son conocidos los Acuerdos de Paz en El
Salvador, constituyen un conjunto de reformas al sistema político del país,
entre ellas las más relevantes son las referentes a los temas militar,
seguridad pública, derechos humanos, fin de la impunidad, sistema electoral y
sistema judicial. Asimismo, incluyen aspectos relativos a temas
socioeconómicos: un Programa de Transferencia de Tierras dirigido a pobladores
de zonas exconflictivas y a excombatientes de ambos ejércitos, un Plan Nacional
de Reconstrucción y un Programa de reinserción a la vida civil y productiva
para los participantes directos en el conflicto armado. En el tema militar, los
Acuerdos restringen el papel constitucional de la Fuerza Armada a la defensa de
la soberanía y la integridad del territorio nacional, eliminando cualquier
atribución en materia de seguridad pública, asimismo establecen medidas para la
depuración de los oficiales involucrados en violaciones a los derechos humanos
y la reducción del ejército a unos treinta mil efectivos. Los compromisos
relativos al tema de Fuerza Armada en su mayoría han sido cumplidos
satisfactoriamente. En el tema de seguridad pública, se acuerda la supresión de
los cuerpos de seguridad militarizados (Guardia Nacional, Policía de Hacienda y
Policía Nacional) y la creación de nuevas instituciones, principalmente la
Policía Nacional Civil y la Academia Nacional de Seguridad Pública, las cuales,
están llamadas a desarrollar un modelo de seguridad pública adecuado a una
sociedad democrática. Aunque formalmente los compromisos referentes al tema han
sido cumplidos, el Secretario General de la ONU ha señalado diversas
distorsiones en el funcionamiento de las instituciones de seguridad pública,
especialmente en el de la PNC. Se crea la Procuraduría para la Defensa de los
Derechos Humanos (PDDH), encargada de velar por el respeto a los mismos por
parte de las instituciones del Estado, a la fecha, la PDDH es una institución
con un amplio nivel de legitimidad que ha realizado un trabajo efectivo en
aspectos de su competencia, a pesar de sus limitaciones presupuestarias y de la
hostilidad de que es objeto por parte de algunos funcionarios de gobierno. Por
otra parte, se crea la Comisión de la Verdad y eventualmente el Grupo Conjunto
para la Investigación de los Grupos Armados Ilegales, los cuales producen
sendos informes en los que establecen señalamientos concretos de
responsabilidad en la violación a los derechos humanos por parte de individuos,
grupos e instituciones estatales y un conjunto de recomendaciones para terminar
con la impunidad en el país. No obstante, después de la firma de los Acuerdos
de Paz, la Asamblea Legislativa aprobó una amnistía que amparaba a todos los
responsables de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la
guerra, y adicionalmente varias de las recomendaciones de la Comisión de la
Verdad continúan aún sin haber sido implementadas por parte del Gobierno de El
Salvador. Las reformas electorales establecidas en los Acuerdos de Paz probaron
ser sumamente deficientes, razón por la cual, tras las elecciones
presidenciales de 1994 (caracterizadas por toda clase de fallas y vicios del
sistema electoral) se acordó la creación de una Comisión Presidencial que
produjo un conjunto de recomendaciones adicionales que no fueron implementadas
antes de las elecciones legislativas y municipales de 1997. Actualmente,
algunas de las recomendaciones antes mencionadas se encuentran en proceso de
ejecución (p.e. la creación del registro nacional de personas naturales) y
varias otras aún sin implementar. Como parte del cumplimiento de los
compromisos relativos a este tema se creó el Tribunal Supremo Electoral, el
cual está integrado por magistrados y personal pertenecientes a los partidos
políticos mayoritarios, situación que obviamente cuestiona su profesionalismo y
apoliticidad. La reforma judicial establecida en los Acuerdos de Paz constituye
probablemente la parte más deficitaria en su implementación ya que aunque se
han materializado algunos de los compromisos ahí establecidos, como la creación
de nuevos mecanismos para la elección de la Corte Suprema de Justicia y la
creación de nuevas instituciones como el Consejo Nacional de la Judicatura, es
evidente que el sistema judicial de El Salvador continúa sufriendo de graves
insuficiencias y vicios, tal como lo han señalado sucesivos informes del
Secretario General de la ONU. Después del cese del enfrentamiento armado y tras
la desmovilización del ejército guerrillero conocido como Ejército Nacional
para la Democracia (END), el FMLN se transformó en un partido político legal y
actualmente cuenta con 27 diputados en la Asamblea Legislativa, gobierna el
municipio de San Salvador y unas cincuenta ciudades y poblaciones del interior
del país. A pesar de las incontables irregularidades con que fueron ejecutados,
los programas de transferencia de tierras y de reinserción de excombatientes a
la vida civil y productiva han sido ejecutados en su totalidad, sin embargo es
claro que la mayoría de la población beneficiaria se encuentra en niveles de
pobreza y subsistencia, debido a que dichos programas carecían de una visión de
mediano y largo plazo y por tanto no contaron con adecuados niveles de
financiamiento, asistencia técnica y trasferencia de tecnología. Entre 1992 y
1997, El Salvador ha experimentado mayores cambios en su sistema político que
en los cien años precedentes, sin embargo, continúan latentes muchos de los
problemas que dieron origen a la confrontación social y a la guerra,
particularmente las enormes desigualdades sociales, la creciente pobreza y la
falta de oportunidades de vida digna para la mayoría de la población, por ello
es de vital importancia profundizar en el análisis de la historia que es, en
definitiva, nuestra fuente más confiable de aprendizaje.
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